martes, 31 de diciembre de 2013

ENERGÍA: PRIVADA O ESTATAL? O NINGUNA?



Bueno, después de mucho tiempo y muchas responsabilidades cumplidas, vuelvo a escribir sobre un tema de moda hoy, la falta de luz en varios puntos del país. Pero fiel a mi estilo siempre desde un punto de vista distinto intentando encontrar lo oculto dentro de cada noticia e intentando, además, establecer alguna posible solución con la aclaración, como siempre, de que todo lo aquí escrito es meramente mi opinión. Lo que verán acá es el famoso análisis de si los servicios deben ser públicos o privados, y separándome de esta dicotomía estableciendo una opción más democrática al respecto.

Partamos entonces de algunas cosas que daremos por ciertas para empezar nuestro análisis. La demanda en los últimos años, ya sea por el boom inmobiliario, la compra de aires acondicionados o el derrochamiento de energía, aumentó fuertemente superando todos los récords en este verano. La producción de energía si bien aumenta no llega a cubrir toda la demanda. En un juego meramente económico se puede decir que la oferta no iguala a la demanda, sin embargo en el libremercado los precios aumentarían para bajar la demanda, pero hoy en día existe un congelamiento de tarifas además de subsidios nacionales que no golpean la demanda. No solo eso, a pesar de que oferta y demanda pudieran equilibrarse, el tendido eléctrico está muy deteriorado y en muchos casos no soporta la tensión que pasa sobre ellos. Antes un cable transmitía energía para una casa, pero hoy en día en lo que era una casa ahora hay un edificio de varios pisos con aires acondicionados ya instalados. La energía necesaria para ese edificio está pasando por el mismo cable que antes solo abastecía una casa. Con todo esto sabemos que en Argentina la inversión energética fue prácticamente nula, lo que cambian son las excusas. Desde el gobierno, si bien nunca controlaron, le echan la culpa a las empresas imponiéndole multas y exigiéndoles la prestación del servicio. Desde las empresas le echan la culpa al gobierno por congelar las tarifas, que hoy en día son de las más bajas del continente. Sería interesante ver si los sueldos de los directivos son realmente los más bajos del continente, así como las tarifas, y de cuánto son los costos de producción de energía o de inversión, o si por el contrario en realidad se llevan una buena parte de la torta. Obviamente en esta discusión, como en cualquier otra, grupos de poder pelean entre sí mientras los platos rotos los paga el pueblo.

La mejor forma de centrarnos en esta discusión entre las empresas y el gobierno es viendo los balances de los grupos privados, en este caso Edenor y Edesur principalmente, para ver cuánto se invirtió y cuánto ganaron. En 2009 Edesur pretendía repartir dividendos a sus accionistas pero por la falta de inversión el gobierno nacional se lo impidió. Según La Política Online más de 65 millones no podían ser divididos en lo que era el segundo balance positivo de la empresa desde el 2001. Sin embargo, según la agencia EFE, las ganancias de Edesur en la primer mitad de este año fueron de la mitad de su patrimonio total, superando los mil millones. Edenor por su parte, como declara el portal Infonews, obtuvo ganancias de casi 800 millones de pesos y si bien tuvieron pérdidas en 2011 y 2012 pudieron reestructurar la empresa fortaleciéndola y pagando deuda por más de 40 millones de dólares. Ambas empresas entonces están lejos de la quiebra si bien sus balances no fueron, a lo largo de esta década, los más prometedores. Es importante destacar que el grupo Enel controla a Edesur a través del Grupo Endesa, y en su balance del 2012 tuvo ganancias por casi 85 mil millones de euros en todo el mundo.

En base a estos datos podemos ver que si bien algunos balances son complicados para las empresas, pueden subsistir además de que reciben un importante subsidio del gobierno nacional. De esta forma podrían invertir positivamente en mejorar la red eléctrica de forma estructural, pero hacerlo mermaría en un nivel importante sus ganancias lo que podría producir que para el Grupo Enel no sea tanto negocio invertir en Argentina, como lo es hoy en día. Y acá entramos en el debate de la nota, servicios públicos o privados. Toda empresa privada tiene un solo objetivo y nada más que uno: obtener ganancias. No es algo malo ni bueno, simplemente es su razón de ser. Imagínese usted que quiere poner su propio negocio, por ejemplo un kiosco. Al hacerlo usted buscará ganar dinero, algunos pseudo altruistas podrían regalar comida a gente que les pediría, pero siempre que el emprendimiento genere ganancias ya que sino no tendría sentido mantenerlo. Esta lógica se aplica a toda organización privada que brinde un servicio o un bien, nadie trabaja gratis. Entonces ¿cómo hacemos para pedirle a Edenor y Edesur que inviertan si con ello peligrarían sus ganancias? Quizás ganen mucho a pesar de las inversiones, pero claramente no tanto como ahora, sin embargo el pueblo demanda y necesita otra cosa. Queda claro de esta forma que la solución privada no es una buena opción como planteaban los teólogos del neoliberalismo de los ’90. Lo que importa es brindar un servicio eléctrico de calidad a todo el pueblo, y las empresas privadas demostraron que no pueden hacerlo por su lógica innegable.

La solución que aparece inmediatamente después es un servicio estatal, aunque tampoco esto es garantía de un buen servicio. En los ’90, época del auge del neoliberalismo internacional, se privatizaron varias empresas estatales. Estas eran poco eficientes probablemente porque la dictadura militar del ’76 tomó deuda a través de estas empresas, con lo cual al volver la democracia estas empresas estaban vaciadas, y la economía argentina, prácticamente destruida, no permitía que estas empresas fueran reestructuradas. El menemismo entonces, en sintonía con las “recetas” del Banco Mundial y el FMI, privatizó empresas para así permitirles una mayor eficiencia a la vez que disminuía los gastos del Estado, lo cual pareció ser una solución efectiva a corto plazo. A largo plazo tuvo muchas consecuencias negativas tanto económicas como sociales.

Con el advenimiento del kirchnerismo se produjeron varias estatizaciones entre las que podemos nombrar Aysa, Aerolíneas Argentinas, las AFJP o YPF. Al quitar la lógica empresarial de obtener ganancias se redirecciona a la empresa a generar un servicio. De esta forma una empresa estatal puede ir a pérdida si con eso ofrece bajas tarifas, servicios que para un privado son poco rentables o mayores inversiones que no generen una ganancia directa. El problema en este sentido es la política de derroche que hace que no se respete la relación costo-beneficio, entonces por más que genere un beneficio para toda la población a la larga no será sustentable y se puede correr el peligro de que la empresa sea nuevamente privatizada. Además el sistema político argentino favorece la indiscrecionalidad de recursos, hoy en día las empresas estatales son manejadas por un individuo que podría llevarse una tajada, aunque claro lo mismo sucede en una empresa privada. De esta forma al estatizar un servicio se debe estar listo para perder dinero debido a que si no se presta un buen servicio no hay un empresario al cual echarle la culpa, y para estar dispuesto a esto se necesita un Estado sólido económicamente, algo más difícil de lo que parece.

Un sistema mixto siempre es mejor para todo, que agrupe las ventajas de cada mirada. Por un lado la sustentabilidad a través de la ganancia que tiene una empresa privada más una lógica estatal de servicio. ¿Cómo lograr esto? En primera medida la empresa tiene que ser estatal, esto permite que cualquier reglamentación sobre el tema pueda hacerse fácilmente sin tener que recurrir a decretos o leyes que puedan violar derechos adquiridos o propiedad privada. Esta empresa estatal debe exprimir hasta el último centavo invirtiendo en dar el mejor servicio sin dar más de lo que puede proveer evitando entrar en pérdidas sostenidas que a la larga pueden traer problemas de suministro o salariales. Para hacer esto se debe eliminar la discrecionalidad del manejo de estas empresas. El politólogo Guillermo O’Donnell planteaba que existía un control horizontal entre los poderes republicanos y propone un control vertical en donde el pueblo pueda controlar al Estado. Adaptando esta teoría se pueden crear organizaciones vecinales o diversas ONG sin contacto con ningún grupo económico o político, encargadas de controlar los balances de las empresas y cómo invierten sus ganancias, así como los sueldos que pagan a empleados y directivos. Es necesario que exista en la Argentina una Ley de Acceso a la Información Pública. De esta forma pasan los gobiernos, pasan los nombres, pero el pueblo queda controlando que no se produzcan hechos de corrupción haciendo que la empresa sea no solo eficiente en servicio sino además sustentable en el paso del tiempo.

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